miércoles, 16 de noviembre de 2016

DÍA MUNDIAL DE LA FILOSOFÍA 2016

 
MENSAJE DE LA DIRECTORA GENERAL DE LA UNESCO, IRINA BOKOVA, CON MOTIVO DE LA CELEBRACIÓN DEL "DÍA MUNDIAL DE LA FILOSOFÍA" (17 de noviembre de 2016).
 
Este año celebramos el Día Mundial de la Filosofía el día siguiente al Día Internacional para la Tolerancia. Esta coincidencia es muy significativa por la estrecha relación que existe entre la tolerancia y la filosofía. La filosofía se alimenta del respeto, la escucha y la comprensión de la diversidad de opiniones, reflexiones y culturas que enriquecen nuestra forma de estar en el mundo. Al igual que la tolerancia, la filosofía es una forma de convivencia dentro del respeto de los derechos y los valores comunes. Representa también una capacidad para ver el mundo a través de una mirada crítica, consciente del parecer de los demás, fortalecida por la libertad de pensamiento, de conciencia y de creencias.
Por todas estas razones, la filosofía es más que una disciplina académica o universitaria: es una práctica cotidiana que ayuda a vivir mejor, y de forma más humana. El cuestionamiento filosófico se aprende y se perfecciona desde la infancia como una clave esencial para estimular el debate público y defender el humanismo, tan golpeado por la violencia y las tensiones del mundo. Ese cuestionamiento no ofrece ninguna solución predeterminada, sino una búsqueda perpetua para escrutar el mundo y encontrar nuestro lugar en él. En ese camino, la tolerancia es tanto una virtud moral como una herramienta práctica de diálogo. La tolerancia no tiene nada que ver con un relativismo ingenuo según el cual todo vale lo mismo: se trata de una exigencia individual de escucha, tanto más robusta cuanto que se fundamenta en el compromiso decidido de defender unos principios universales de dignidad y libertad.
La UNESCO celebra este año los aniversarios de dos eminentes filósofos, Aristóteles y Leibniz, que contribuyeron al desarrollo de la metafísica y la ciencia, la lógica y la ética. Con varios siglos de diferencia y en contextos culturales muy distintos, ambos tenían en común el hecho de situar la filosofía en el corazón de la vida pública, como un elemento central de una vida digna y libre. Celebremos también nosotros ese espíritu, atrevámonos a abrir espacios para el pensamiento libre, abierto y tolerante. Sobre la base de este diálogo podremos construir una cooperación más fuerte entre los ciudadanos, las sociedades y los Estados, como cimiento sostenible de la paz.

POST-TRUTH, PALABRA DEL AÑO 2016 PARA "OXFORD DICTIONARIES"


Oxford Dictionaries has declared "post-truth" as its 2016 international word of the year, reflecting what it called a "highly-charged" political 12 months. It is defined as an adjective relating to circumstances in which objective facts are less influential in shaping public opinion than emotional appeals. Its selection follows June's Brexit vote and the US presidential election. Oxford Dictionaries Casper Grathwohl said post-truth could become "one of the defining words of our time". Post-truth, which has become associated with the phrase "post-truth politics", was chosen ahead of other political terms, including "Brexiteer" and "alt-right" from a shortlist selected to reflect the social, cultural, political, economic and technological trends and events of the year.
Las palabras finalistas fueron:
POST-TRUTH: "Relativo a o denotando circunstancias en las que hechos objetivos son menos influyentes en la formación de la opinión pública que la apelación a la emoción y a la creencia personal".
ADULTING: del inglés adult (adulto). Denota la práctica de comportarse de una manera característica de un adulto responsable, especialmente en la realización de tareas mundanas pero necesarias.
ALT-RIGHT: se trata de una agrupación ideológica en Estados Unidos asociada a puntos de vista extremadamente conservadores o reaccionarios, caracterizada por un rechazo de la política tradicional y por el uso de internet para difundir contenido deliberadamente polémico
BREXITEER: una persona que está a favor del Brexit, palabra usada para describir la salida de Reino Unido de la Unión Europea.
CHATBOT: un programa informático diseñado para simular conversaciones con usuarios humanos, especialmente a través de internet.
COULROPHOBIA: extremadamente inusual o miedo irracional a los payasos.
GLASS-CLIFF: acantilado de cristal. Se utiliza con referencia a una situación en la cual una mujer o miembro de un grupo minoritario asciende a una posición de liderazgo en circunstancias desafiantes donde el riesgo de fracaso es alto.
HYGGE: cualidad de cómoda convivencia que provoca un sentimiento de alegría o bienestar (considerado como una característica definitoria de la cultura danesa).
LATINX: persona de origen o descendiente latinoamericano (utilizada como una alternativa neutral o no binaria al latino o Latina).
WOKE: (en español, despertar) Alerta usada en EE.UU. para referirse a la injusticia en la sociedad, especialmente relacionado al racismo.
 
 

martes, 1 de noviembre de 2016

UNA NUEVA ÉPOCA, UN MUNDO INFELIZ

 
No cabe duda de que hemos entrado en una nueva era. El problema es que los historiadores tardarán años en determinar si los grandes cambios que estamos experimentado tuvieron relación entre sí o si se produjeron simultáneamente por casualidad. Afectan a todos los aspectos de la sociedad y la política, tanto nacional como internacional, y también a la guerra. La de Irak puso de manifiesto la extraña impotencia de la supremacía militar occidental. La aplastante victoria de 2003 sobre las fuerzas de Sadam Huseín demostró que cualquier comparación con la Segunda Guerra Mundial era arriesgada. El éxito militar convencional ya no trae consigo la paz. Los líderes de Washington y Londres pasaron por alto un cambio crucial en la manera de hacer la guerra. La guerrilla o la lucha partisana se solía librar en las montañas, los bosques o los pantanos. Actualmente, sus blancos principales se encuentran en las zonas urbanas, al igual que la posibilidad de camuflarse entre la comunidad civil para preparar operaciones ocasionales. La teoría de Mao de que había que moverse entre la población como peces en el agua no ha caído en el olvido.
La explosión demográfica en África y Oriente Próximo está aumentando el número de megalópolis a través de la inmigración. Hay una cantidad inmensa de jóvenes sin apenas esperanza de conseguir un trabajo o una casa o de formar una familia, lo cual conduce a una amarga frustración. En la actualidad, el Ejército estadounidense se está preparando para futuros campos de batalla formados por rascacielos rodeados de chabolas. La era de los Ejércitos convencionales con uniformes reconocibles que maniobran para conseguir ventaja en campo abierto ha llegado a su fin. La guerra se ha vuelto eminentemente urbana, con consecuencias terribles para los civiles atrapados en las ciudades, como muestra la devastación de Alepo.
La verdadera revolución socioeconómica empezó a mediados de la década de 1980 y principios de la de 1990 sin que entendiésemos lo que estaba pasando. Entonces nos parecía emocionante esa combinación de cambio geopolítico y final de la Guerra Fría mezclado con la revolución de las comunicaciones y la invención de Internet. Pero esos cambios también trajeron consigo la liberalización económica, la liberalización de los mercados financieros, el fin de las barreras comerciales y la expansión de la globalización. Empezamos a advertir la fragmentación de las lealtades colectivas o tribales. Los sindicatos, las organizaciones religiosas, los partidos políticos y las asociaciones militares comenzaron a decaer al mismo tiempo. Un escepticismo creciente ante la autoridad dio lugar a una sociedad mucho menos deferente, y otras transformaciones contrarias a la jerarquía tuvieron como resultado una informalidad mucho mayor en los centros de trabajo. El énfasis se ponía en el individuo. A eso era a lo que se refería Margaret Thatcher con su tristemente célebre frase: “No existe eso que llaman sociedad”.
En el pasado, la mayoría de las revoluciones fueron inducidas o forjadas por ideales políticos, nacionales o religiosos, y estuvieron revestidas de un aura de autoinmolación. Por otra parte, esta nueva revolución fue la primera en la que la principal fuerza motora era descaradamente egoísta. La gente empezó a hablar de la “generación del yo”. Este era el futuro, liberado de las restricciones de las fronteras nacionales o las lealtades anticuadas. El magnífico aforismo del poeta John Donne —“Nadie es una isla”— pasó a considerarse como algo perteneciente a la historia lejana.
El individuo, aunque supuestamente liberado y poderoso, en la práctica se había vuelto crédulo. El siniestro eslogan de los cienciólogos estadounidenses —“Si para ti es verdad, entonces lo es”— se ha propagado como un virus invisible que impide a sus víctimas ver la realidad. Las teorías de la conspiración han existido siempre, pero ahora, mediante la comunicación por Internet, pueden adquirir una fuerza y un impulso totalmente diferentes. El asilamiento en la nueva sociedad de masas convierte a las personas en vulnerables a los charlatanes y los falsos profetas. Y todo esto lo empeora mucho más la industria internacional del ocio, capaz de crear su propia y convincente visión.
En la actualidad estamos entrando en el mundo de la posalfabetización, en el que la reina es la imagen en movimiento. El límite entre la realidad y la ficción está siendo minado implacable y deliberadamente, sobre todo debido al enorme potencial económico. Desde el punto de vista histórico, sin embargo, esto es profundamente perverso. En los últimos tiempos hemos asistido a un importante aumento de lo que yo llamaría la “dramatización deformada de la realidad” tanto en documentales como en películas de ficción. El peligro es que, en la actualidad, para la mayoría de la gente esta “historia para entretener” es la principal fuente de conocimiento histórico.
La obsesión de Hollywood por afirmar que una película es real incluso cuando es ficticia en su práctica totalidad es un fenómeno relativamente nuevo. Por lo visto, ahora hay que comercializarla proclamando su autenticidad. De vez en cuando se refuerza la falsa sensación de verosimilitud proyectando aquí y allá nombres de lugares y fechas concretas, como si el público estuviese a punto de presenciar una recreación fidedigna de lo que sucedió determinado día, algo que resulta especialmente lamentable cuando se trata de personas que solo han tenido contacto con el tema a través de la ficción cinematográfica o televisiva. Poco después del estreno de la película El Código Da Vinci, en Gran Bretaña se hizo un estudio para investigar sus efectos. A pesar de que la película es ciertamente absurda, la encuesta mostró que, después de verla, casi la mitad de la muestra diseñada para representar a la población estaba convencida de que María Magdalena había tenido un hijo con Jesús y de que su linaje pervivía hasta hoy. El incremento de la ficción realista coincide con una época en la que mucha gente tiene cada vez más dificultades para distinguir entre fantasía y realidad.
Los antropólogos están empezando a estudiar la forma en que Internet, y en particular las redes sociales, están transformando las relaciones políticas e incluso humanas. Solo Facebook tiene más de 500 millones de miembros activos, la mitad de los cuales se conecta cada día. Los miembros tienen una media de 130 “amigos”. Pero, ¿qué clase de amistad puede representar algo así? Un estudio reciente ha revelado que se ha producido un enorme incremento de los problemas mentales sobre todo entre las mujeres jóvenes debido a que las redes sociales hacen que se sientan ineptas. En una paradoja significativa, parece que nada aísla más que Internet, el mayor invento en comunicaciones de todos los tiempos.
Tal vez no resulte sorprendente que en muchas partes del mundo estemos presenciando una política de la ira incoherente manipulada por el engaño deliberado. Hace tiempo que soy nítidamente consciente de que la honestidad intelectual es la primera víctima de la indignación moral. Cuando la gente se identifica apasionadamente con una causa o un asunto, en su inconsciente se siente legitimada para estirar la verdad y hasta inventar estadísticas que apoyen su tesis. Pero ahora hemos entrado en una auténtica era de la “posverdad”, en la que, a juzgar por los argumentos a favor del Brexit en Gran Bretaña, de Trump en Estados Unidos, o de los nacionalistas extremos en Europa, se diría que la verdad ha dejado de tener importancia. Los demagogos y sus acólitos imitan la táctica estalinista: cuanto mayor es la mentira, más potente es su efecto. Pero esto conduce a la muerte de la democracia. Solo las dictaduras medran en la falsedad. La democracia no puede sobrevivir sin una base de respeto hacia los demás, acompañada por el respeto a la verdad.
 
ANTONY BEEVOR, El País (31-X-2016)